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Ramón Vázquez García nace en Alcalá de Guadaira (Sevilla) el 14 de febrero de 1.964, en el seno de una familia de trabajadores. Su padre, Eugenio llegó a jugar en el otro equipo de la ciudad, continuando su vida laborar en la empresa Gillette, su madre atendía un quiosco de prensa propiedad de la familia en la ciudad de los panaderos en el que el propio jugador echó una mano en alguna ocasión.
Llega al Sevilla en edad infantil procedente de los Salesianos, cuando pasa al equipo juvenil, sus enormes cualidades técnicas y físicas llama la atención de los ojeadores de la selección que rápidamente lo incorporan a las convocatorias, haciéndose enseguida con la titularidad dando un magnífico rendimiento y metiendo goles. Si el alcalareño estuviera en un club inglés ya lo hubieran subido al primer equipo. Como no podría ser de otra forma, por sus cualidades, pronto se le queda la categoría pequeña y lo pasan al Sevilla Atlético donde empieza a formar la revolución en cada partido que pasa. Su gran valedor, el maestro Sánchez Araujo, no se cansa de alabar sus excelencias por las ondas radiofónicas, esto unido al boca a boca que practican los hermanos sevillistas seguidores del filiar hacen que el número de aficionados poblen las gradas del Ramón Sánchez Pizjuán los domingos que juega. Lo que más sorprendió a los que lo veían por primera vez fue la fuerza, brega y solidaridad que demostraba un jugador eminentemente técnico, sus paredes con el coriano Benítez eran inverosímiles, de una inventiva tremenda.
Firma su primer contrato como profesional en 1.982, con una duración de tres años, aunque continuará bajo la disciplina del filial. Debuta con el primer equipo, de la mano de Manolo Cardo, en el partido de liga contra el Salamanca, en la ciudad del saber, el 17 de abril de 1.983, anotando el primer gol que abriría las puertas a la victoria sevillista. En la siguiente temporada (83/84) el de Coria, que había quedado contento con su debut lo utiliza el tope de partidos permitidos, para que pueda jugar la liga de acenso con el filial.
Sorprendentemente la temporada siguiente, una vez renovado el contrato por dos años más, se le comunica por parte de la dirección deportiva su cesión al Recreativo de Huelva, argumentando que iban a fichar a jugadores muy importantes (Sanabria y Nadal) y que difícilmente podría jugar en el primer equipo, ninguneándole a la afición otro año más del disfrute de sus enormes habilidades. Todo ello después de haber demostrado la temporada pasada que estaba más que acto para jugar en cualquier equipo de futbol de primer nivel.
A los pocos partidos disputados con el equipo e la antigua Onuba, se le vuelve a quedar corta la categoría y al final de temporada vuelve en olor de multitudes para dar sus mejores años con el Sevilla.
Probablemente sea el jugador más completo que haya pasado por Nervión, sus cualidades eran extraordinarias para la práctica del futbol. Destacaba por su impresionante técnica que lo hacía ser el compañero ideal para hacer paredes inverosímiles, tenía una enorme visión del juego, contaba con un excelente último pase, precisión en el centro y en los remates, con los piernas, aunque era diestro, no era cojo, sensacional en el de cabeza, extraordinarias y precisas su boleas, en los rechaces de los cornees, el 90 % iban ajustadas al palo derecho, imposible para el portero. Poseía regate, desborde, velocidad y rapidez, verticalidad, inventiva, oportunismo. Auténtico mago en el juego sin balón, sus dejadas eran alucinantes por su naturalidad, sin apenas mover el cuerpo, dejaba pasar el balón a escasos centímetros del jugador contrario, que no se enteraba de la película hasta la media hora. También entre sus cualidades resaltaba su gran sentido de la anticipación, colocación, fuerza, brega, pundonor, solidaridad y generosidad con sus compañeros. Con estas enormes cualidades y su carisma de buena gente, se convertiría en el santo y seña del sevillismo.
Aunque siempre dijo que era en la posición de media punta donde se encontraba más a gusto y donde se podría aprovechar más sus habilidades, por su polivalencia y disciplina los distintos entrenadores, lo utilizaron en casi todas las posiciones que van de la media a la delantera y así destacó, temporada tras temporada.
Desde juveniles va participando con su exquisito juego y sus goles en los escalafones inferiores de la selección española, convirtiéndose en asiduo en las convocatorias de la sub 21 de Luis Suarez con el cual se proclamó campeón de la Eurocopa de 1.986 al vencer a Italia en la Final el 29 de octubre, materializando el de las medias «caías» el lanzamiento decisivo de la tanda de penaltis.
Antonio Delgado
Difusión cultural del patrimonio de Nervión.

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